Rev. bras. psicoter. 2010; 12(2-3):297-313
Ginés O, Barbosa EC. Cuidados com a equipe de atendimento. Rev. bras. psicoter. 2010;12(2-3):297-313
Comunicaçoes Teórico-clínicas
Cuidados com a equipe de atendimento
Care with the caretaker team
Cuidados con el equipo cuidador
Oriol Ginés*; Eduardo Carvalho Barbosa**
Resumo
Abstract
Resumen
Al afrontar el caso clínico que se nos presenta en este número se hacen evidentes las diversas formas de impacto emocional que este tiene, incluso para aquellos que simplemente se adentran en su lectura. Esto es así, porque, aunque la mayoría de profesionales de la salud, y especialmente de la salud mental, están más que prevenidos y experimentados ante situaciones de sufrimiento humano, la posibilidad de aparición de elementos traumáticos en las demandas de los usuarios y sus familiares es siempre infinita.
¿Y por qué este caso parece ser más traumático para los equipos de atención que lo enfrentaron y qué elementos lo hacen más traumático que otros para la especial profundización a través de este número?; ¿pueden los equipos de profesionales altamente formados y experimentados sufrir daños al exponerse a demandas como estas?; ¿pueden y deben los profesionales, los equipos y las instituciones cuidarse de los daños que se pudieran producir en el proceso de atención y ayuda?
Nuestro interés en este artículo es desarrollar las respuestas a esas tres preguntas mediante el análisis del caso presentado de manera que los lectores puedan comprender algunas posibilidades de cómo prevenir los daños ante la violencia y mejorar el cuidado en su práctica diaria con este tipo de casos. Empezaremos haciendo un pequeño recorrido teórico sobre algunos conceptos, luego haremos una reflexión sobre el equipo del caso de Raul y, por último, algunas consideraciones acerca de la implementación del autocuidado.
Traumatización de los profesionales ante el caso
Cuando se relatan los hechos por los que Raul fue atendido, estos nos producen una sensación de extrañeza y desasosiego intensos. A primera vista, este es un caso habitual de violencia dentro del núcleo familiar, el típico caso que periódicos y televisiones nos tienen, por desgracia, acostumbrados a explicar. Además, los profesionales de la salud mental enfrentan habitualmente pacientes con grados más o menos importantes de conductas violentas y agresivas, tanto hacia sí mismos como hacia sus familias. ¿Por qué, entonces, este caso nos produce tales reacciones emocionales? Porque, por su capacidad traumática, se trata de:
- un acontecimiento extraordinario, por cuanto la violencia de adolescentes hacia sus madres es menos común y esperado (aunque en aumento) para los servicios de salud mental, y también por la forma en que se desarrolló, a la que normalmente no tenemos acceso;
- un acontecimiento carente de sentido, ya que a priori uno no sabe las motivaciones, relaciones y antecedentes de los hechos, lo que dificulta asignarle un significado válido y coherente a la historia, aunque a priori no nos encaje que un hijo quiera matar a su madre y a su hermano pequeño; y
- un acontecimiento donde se relatan emociones negativas intensas y de sufrimiento humano extremo, incluso cercano a la muerte de varias personas.
- el concepto de traumatización vicaria1, que se refiere a "significativas disrupciones en los propios sistemas de significado, la identidad y la visión del mundo" a partir de la relación empática con personas que han sufrido experiencias traumáticas. Esta traumatización puede afectar al propio sentido de sí mismo y de los otros, a las relaciones interpersonales, la tolerancia afectiva y las necesidades psicológicas del que experimenta ese tipo de relación;
- el concepto de estrés traumático secundario2, que se refiere a "las consecuencias en el comportamiento y las emociones como resultado del conocimiento de eventos traumáticos experimentados por alguien significativo". El estrés puede ser producido, pues, por la ayuda o la intención de ayudar a personas traumatizadas. Su efecto se asemeja mucho al del estrés postraumático en víctimas, pues el individuo acometido por él presenta hipervigilancia, inquietud, imágenes intrusivas, etc.;
- el concepto de fatiga por empatía3, que desarrolla una visión más centrada en las dinámicas de ayuda profesional desde una perspectiva terminológica más amable, según la cual dicha fatiga puede producir efectos negativos como "revivencias, conductas evitativas y estados de hiperactivación";
- el concepto de quemado profesional o "burnout"4, que se formuló hace ya unas décadas y que puede desarrollarse en profesiones de cuidado, aunque no de forma puntual como las modalidades traumáticas anteriores, sino de forma acumulativa a lo largo de la historia laboral. Cuando los hechos tratados son traumáticos, por los procesos descritos, el agotamiento profesional es mayor y más rápido, derivando en síntomas psicológicos de excesivo cansancio, vacío, desmotivación y desconcentración; síntomas físicos como dolores musculares y alteraciones gastrointestinales, cefaleas e insomnio; y síntomas conductuales como absentismo, conductas adictivas o distanciamiento.
- la violencia es un fenómeno tabú en nuestra sociedad y es normalmente escondida, negada o justificada, tanto por los que participan en ella, como por los espectadores. En ese sentido, escuchar historias de violencia, y más de violencia familiar, implica develar un secreto, lo que no se puede saber o explicar, que desencadena el terror ante las consecuencias que pueden producirse tanto para las víctimas, como para el victimario, incluyendo también, a veces, al propio profesional;
- en los casos de violencia, los procesos de traumatización vicaria, estrés secundario o agotamiento por empatía, pueden aparecer ante un único caso o sesión, ya que el contenido de alto impacto emocional de la violencia y el daño sufrido, sumado al terror y al miedo que estos generan, es un elemento altamente traumático para los y las profesionales;
- ante los casos de violencia, no sólo es dañino el impacto emocional de la historia y del sufrimiento de los implicados, sino que además se nos exige hacer algo ante tal situación: hay que cumplir con un "mandato de ayuda", hay que prevenir nuevas agresiones, proteger a la víctima, hacer cambiar al agresor o denunciarlo a la policía, etc.;
- además, las historias de violencia, al ser tabú y estar silenciadas, han podido ser vivenciadas con anterioridad por los y las profesionales, ya sea en calidad de víctimas o victimarios, sin que haya mediado un proceso personal o terapéutico de ayuda, lo que aumenta las posibilidades de retraumatizarse cuando se atiende este tipo de casos. Sabemos, y no es novedad, que es común que muchos profesionales busquen en su profesión entender, compensar o incluso sanar sus propias historias que hayan podido ser traumáticas en el pasado.
- modelo de afrontamiento mediante apoyo social: se basa en la amplificación de las redes sociales del profesional, tanto personales como laborales, para mantener la posibilidad de ser amado, escuchado, recibir ayuda o información para la solución de problemas. Para tal modelo, son importantes la coordinación en el equipo para revisar el trabajo diario, los descansos en el trabajo, así como el distanciamiento emocional fuera de él, y la capacitación continuada;
- modelo múltiple de Morales y Lira: se centra en varios aspectos del autocuidado e incluye una aproximación ecológica. El modelo se centra en: a) una reivindicación institucional, que reclama las mejoras en infraestructura física, condiciones laborales y planificación institucional; b) una identidad social, que se centra en el rol de los profesionales, en sus diferencias profesionales y en su experiencia; c) un impacto emocional referido a los aspectos transferenciales y contratransferenciales y a las emociones de los terapeutas, la relación con los pacientes y la traumatización secundaria; y d) sociabilidad, que indica la necesidad de establecer espacios y ritos de esparcimiento, de pertenencia grupal y actividades lúdicas y recreativas de los equipos;
- modelo organizativo de programa de autocuidado (Barudy): se basa en dos recursos importantes; por un lado, el altruismo social, que resalta el esfuerzo de todos los actores implicados, como familiares y la sociedad en su conjunto. Y, por el otro, la organización profesional en redes. Se destaca aquí la necesidad de una buena coherencia interna ante la demanda, la flexibilidad ante los diversos casos de violencia y la capacidad de asociarse para generar discursos, sentido de pertenencia y sentimiento de equipo.
- facilitar y mantener condiciones físicas adecuadas y lo más seguras posible, que velen por la integridad de usuarias/os y trabajadores/ as. En el presente caso, vemos que se llegó a la decisión de ofrecer a Raul un espacio más adecuado, donde pudiera recibir el tratamiento, aunque considerando la presencia de limitaciones del propio hospital y dificultades del equipo en asumir este caso;
- como mencionamos anteriormente, las discusiones para tomar una decisión son importantes, pero, en determinados casos, la realidad misma exige una agilidad y una urgencia que limitan la posibilidad de reflexión. Tener claro ese límite y desarrollar protocolos de actuación supone cuidar del equipo y atenuar el daño que pueda soportar;
- expresar y mantener el interés real por la calidad de las relaciones en el trabajo mediante una comunicación objetiva y trasparente y velar por la continuidad del servicio y del equipo fomentando el desarrollo de formación continuada de los profesionales;
- validar y apoyar espacios de vaciamiento y descompresión de los equipos. En este aspecto imaginamos que, aunque de manera informal, la estrategia se pudo aplicar en el proceso del tratamiento, en momentos posteriores a reuniones importantes o cuando el equipo tuvo la oportunidad fuera del trabajo. Aun así, creemos que es importante instaurar estas prácticas de manera habitual y organizada desde la institución, ya que cuando los equipos sufren daños pueden no estar preparados o generar dinámicas disfuncionales entre sus miembros, que se irán normalizando como relaciones de trabajo insanas;
- organizar espacios de supervisión y de formación, protectores y fortalecedores, que incidan en la sensación de eficacia y autoestima laboral. Creemos que los equipos que llevaron el caso tuvieron sus espacios de formación y supervisión, pero el matiz importante de esta estrategia radica en la cohesión grupal y la seguridad que sienten los miembros a la hora de intervenir profesionalmente. De nada sirve ofrecer de manera organizada supervisiones y formación si no se logra un sentimiento de pertenencia y apoyo en el interior del equipo;
- fomentar las decisiones consensuales en los casos difíciles. Esta quizás haya sido una de las estrategias más visibles en el relato; de hecho, se verifica allí que las decisiones difíciles cobraron su precio, pero tuvieron el valor de ser compartidas en equipo. La responsabilidad como institución va más allá de compartir o valorar en grupo, pues se necesita la asunción por parte de todos de las decisiones tomadas, independientemente de si estas coinciden con el punto de vista individual de cada profesional o de cada equipo. Eso implica también la asunción de sus consecuencias conjuntamente y un posicionamiento común para darles solución;
- facilitar estilos de liderazgo horizontales, flexibles, protectores, de apoyo, con jefes que sepan reconocer pequeños logros, que posibiliten las decisiones conjuntas y una comunicación más abierta y sincera. Es necesario tener una política de recursos humanos diseñada para la incorporación de jefes a la vez expertos y sensibles al cuidado del equipo para poder coordinar todas las acciones mencionadas y hacer de puente entre la institución y el equipo de manera segura y confiable para el personal.
- intervenciones en red para casos de violencia, pues contribuyen con la contención de la intensidad emocional generada, lo que se hace difícil si uno se enfrenta en solitario;
- el vínculo con otros dispositivos del mismo ámbito, que puede permitir, cuando sea necesario, un tipo de derivación más personalizada hacia una instancia en la que el usuario pueda sentirse protegido y no rechazado. Cuando se derivó a Raul a otra institución psiquiátrica y no se cumplieron los pronósticos hechos, entendemos que se falló en la correcta coordinación de expectativas y resultados por parte de las diferentes instituciones, lo que puede redundar en una sensación de ineficacia o desconfianza hacia la red profesional. Así, también, los usuarios pueden vivir esas situaciones interpretándolas como una falta de cuidado hacia ellos y eso puede desacreditar o desautorizar la labor profesional;
- espacios y medios de retroalimentación en red, como cursos, seminarios, talleres, donde se pueda compartir la experiencia, dar y recibir. Esto es fundamental para la oxigenación, actualización, debate e, incluso, para la siembra de un buen clima laboral;
- apoyo político e impulso suprainstitucional de redes de trabajo que puedan consensuar metodologías, protocolos de intervención, intercambio y uso común de datos y registros para su análisis, de forma que el trabajo de cada equipo se vea respaldado y consensuado en el ámbito local o regional. Eso brinda una mayor solidez al conjunto de las actuaciones y una referencia para todas las intervenciones que se hagan.
- utilice y respete los espacios de comunicación, vaciamiento, descompresión, resolución de conflictos, supervisión, formación y reunión adecuadamente para no generar nuevas fuentes de tensión que abran nuevos ciclos de daño o no cuidado;
- busque la cohesión interna ante la institución para defender sus intereses y necesidades;
- cree espacios informales de oxigenación como equipo aparte de los que sean organizados desde la propia institución;
- cultive el humor en las relaciones y pueda equilibrar los niveles de toxicidad interna;
- no juzgue a los compañeros por su posicionamiento ante los casos, sino que busque la comprensión y la reflexión conjunta, para no generar escisiones internas;
- entienda y respete el vínculo de los colegas con las personas usuarias, sabiendo que la relación que establece cada profesional es diferente y supone un grado de implicación particular que también hay que tener en cuenta a la hora de tomar decisiones;
- apueste por la formación que puedan impartir los profesionales expertos hacia otros equipos más jóvenes, compartiendo sus experiencias y refrescando sus conocimientos teóricos.
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