Rev. bras. psicoter. 2018; 20(3):229-240
Roussos A. Cuando el diván no es el mismo. La irrupción de las tecnologías de información y comunicación (TIC) en la psicoterapia. Rev. bras. psicoter. 2018;20(3):229-240
Artigo Especial
Cuando el diván no es el mismo. La irrupción de las tecnologías de información y comunicación (TIC) en la psicoterapia
Cuando el diván no es el mismo. La irrupción de las tecnologías de información y comunicación (TIC) en la psicoterapia
Andrés Roussos
Resumo
Abstract
Con más de 100 años de existencia, los tratamientos psicoterapéuticos enfrentan uno de sus mayores desafíos desde su creación. En contra de lo que podríamos haber supuesto hace unos años, estos cambios no son el producto de la irrupción de un nuevo marco teórico alternativo, fenómeno que ya ocurrió en múltiples ocasiones, con la aparición del pensamiento Lacaniano reinterpretando la voz de Freud o el surgimiento de los modelos cognitivo conductuales, vinculando la psicoterapia a lo que hoy se conocen como ciencias cognitivas.
La mutación a la que hoy se enfrenta la psicoterapia proviene de un fenómeno independiente, surgido no del seno teórico ni de los investigadores de la clínica. Nos referimos a la irrupción de las nuevas tecnologías de información y comunicación (TIC) en los tratamientos psicoterapéuticos. La misma no pudo ser prevista por ninguno de sus actores1,2,3 y fue recibida por el mundo psicológico con naturalidad, pero también con recelo.
Se denominan TIC al conjunto de recursos necesarios para manejar información a través de distintos tipos de redes, como puede ser la red de telefonía inalámbrica o Internet. Son algunos de sus productos fundamentales los sistemas de mensajería instantánea, las redes sociales y las aplicaciones móviles (Apps).
La interacción entre las TIC y la psicoterapia comenzó muy tempranamente en los años 60 del siglo XX, con programas que emulaban el diálogo entre un paciente y un terapeuta virtual (Eliza)4. Estos fueron el anticipo de lo que en los años 80 significó la incorporación de programas de computación para el tratamiento de algunas patologías como las fobias o con lo que hoy es un hecho consumado: la tecnología de la información como parte de los tratamientos psicoterapéuticos.
Los psicoterapeutas han ido incorporando de distintas maneras a las tecnologías de comunicación. Una posible clasificación del uso del mundo de las TIC en psicoterapia podría ser la siguiente:
1) Utilización de tecnologías no específicas por parte del terapeuta y el paciente en psicoterapias de formato clásico.
En este caso los terapeutas incorporan a su accionar la batería de tecnologías existentes en el mercado. Se integran la mensajería instantánea, las redes sociales, el uso de correo electrónico o el uso de buscadores de información, durante y fuera de la sesión, pero los tratamientos formalmente siguen siendo los mismos.
2) Uso de programas y Apps específicos dentro de los tratamientos presenciales.El terapeuta propone al paciente el uso de programas computarizados específicos diseñados para tratamientos, por ejemplo los programas de realidad virtual, realidad aumentada y juegos. Los diseños de programas para utilización conjunta en el consultorio o salas especiales, si bien tienen un desarrollo acotado en nuestra región, tienen más de 30 años de desarrollo en otros países e incluyen, no solo programas sino también equipos y salas de realidad virtual asociados.
3) Los tratamientos que extienden la intervención clínica por fuera del consultorio. A este grupo se lo denomina auto ayuda guiada (guided self-help). Este tipo de tratamientos incluyen actividades que la persona debe hacer por sí misma y un contacto virtual con el terapeuta, para responder preguntas y darle feedback. Pueden tener una fase inicial presencial con un terapeuta y una parte virtual en la que no está presente el psicoterapeuta, o pueden ser realizados totalmente de forma virtual con un primer contacto vía telefónico o por mail para realizar el diagnóstico. No son aptos para todos los pacientes, en la entrevista inicial el terapeuta evalúa si existe, por ejemplo, riesgo suicida, y de ser así recomienda otro tipo de tratamiento presencial.
4) Programas computarizados que no cuentan con la presencia de un terapeuta, ni real ni virtual. Estos representan la situación más radical de los tratamientos virtuales donde un admisor (puede ser psicólogo o no) recibe al paciente y le indica un tratamiento virtual completo, tras lo cual la decisión de volver a ver un psicoterapeuta humano dependerá del paciente y su demanda. En algunos casos los tratamientos virtuales tienen un sistema de autoevaluación por el cual le informa al paciente que debe solicitar atención clínica con un psicoterapeuta. Un ejemplo conocido de este tipo de tratamiento fue Beating the Blues (Venciendo la tristeza),un programa multimedia interactivo (con videos, animación, gráficos, voz en off) desarrollado en el Reino Unido basado en la Terapia Cognitivo Conductual para la depresión y ansiedad5.
1) La confusión de la intervención digital en sí misma con el canal de acceso a las mismas. Esto se refiere a que las intervenciones, si bien se encuentran intrínsecamente asociadas a la plataforma tecnológica que las contiene, no son dicha plataforma. Por ejemplo, no es el celular en sí mismo, con su capacidad de transmitir y recibir información lo que lo convierte en una intervención, sino que es simplemente el dispositivo que la presenta: Como contraparte de esta confusión, aparece la digitalización de un cuestionario en papel y su inclusión literal en una App, siendo esto solo una substitución de la forma de presentación del mismo y no una intervención digital diferenciada.
2) La intervención digital y la psicoterapia tradicional son un mismo concepto Asociado al ejemplo recién presentado, existe la creencia de que el mundo de los tratamientos digitales son equivalentes, algo asi como 2 modalidades de presentación de un mismo ingrediente activo, cuando en realidad la transformación que los canales digitales hacen a los tratamientos psicoterapéuticos desafían las bases fundacionales de la psicoterapia, como puede ser una misma ubicación espacio-temporal para el paciente terapeuta, cosa que ha sido desplazada por las TIC. De la misma manera, pretender que un modelo de intervención psicoterapéutico tradicional con evidencia de validez mantenga su status al crear una versión digital de la intervención es una pretensión imposible de sostener, el cambio del medio, una vez más, cambia el mensaje. Si bien la evidencia recolectada por la versión tradicional sirve y mucho, se necesita entender y medir los potenciales cambios de efecto producto de su reconversión digital.
3) La psicoterapia digital es un modelo independiente de la psicoterapia tradicional7
Como contraparte al hecho de que no son una misma cosa, tampoco se puede sostener su opuesto. Al día de hoy psicoterapia tradicional y su par tecnológico no son eventos independientes. La base teórico-conceptual de todas las intervenciones digitales, ha sido y seguramente será por un buen tiempo el derivado de los conocimientos adquiridos por más de un siglo de tareas. A largo plazo puede ser que las mismas se independicen, sin embargo, no hay evidencia actual que indique que eso este por ocurrir ni razón alguna para que ello pase.
4) La psicoterapia tradicional puede permanecer independiente a las TIC.
Si bien unos pocos psicoterapeutas se niegan a utilizar TIC en sus prácticas cotidianas, cada día son menos y en breve ya representarán una minoría poco significativa en relación a la cantidad de prestaciones en salud mental que sí las van a incorporar. El motivo principal, es que los pacientes son los que empujan dicha inclusión, la abstinencia total de TIC en este caso, puede provocar un aislamiento inaceptable para la sociedad. Como contraparte, un uso indiscriminado de las mismas tampoco parece ser una solución deseable, sino más bien, una incorporación responsable y pautada de su forma de inclusión.
5) Las intervenciones en psicoterapia y salud mental NO son productos 9.
Una App desarrollada por un laboratorio, por más que opere sin un psicoterapeuta detrás o un accesorio inteligente (wearable) que permita la obtención y transmisión de información en tiempo real no es un producto disociado a un proceso de mayor complejidad como es el de una intervención clínica, por lo cual promoverlos como un producto, en lugar de pensarlos como un servicio, es un error conceptual que presentan algunos de las propuestas que hoy aparecen en el área de salud mental10. Corregir esto y pensar las tecnologías como representantes de un servicio de alta complejidad, no solo va a permitir mejorar la eficacia de las mismas, sino que también va a jerarquizar las intervenciones psicoterapéuticas.
6) Conseguir que una tecnología esté validada para su funcionamiento nos asegura que la misma tendrá una recepción, crecimiento y una utilización adecuada. Son proporcionalmente pocas las Appsque logran un escaleo significativo en relación a la inversión de tiempo y dinero asociadas a las mismas. La tarea de desarrollar la tecnologíaes solo parte del proceso de volver dicho servicio accesible para la población, el escaleo de la mismas y el mantenimiento de las tecnologías es un aspecto que ha sido incorporado solo parcialmente por los equipos de investigadores del área.
7) ¿El fin de los psicoterapeutas? Las TICtienen el potencial de facilitar el acceso a una acción terapéutica a grandes poblaciones de usuarios. Este potencial resulta relevante para las personas en países en desarrollo. Aun si los efectos de las TIC no son muy grandes, estos pequeños efectos serían grandes al ser aplicados a grandes poblaciones.
Los costos de un tratamiento virtual son mucho menores que los de un tratamiento clásico, esto puede lograr que sean incorporados en planes mucho más abarcativos, poblacionalmente hablando.
La psicoterapia puede llegar a lugares donde no llegan los terapeutas. Las TIC representan una solución para que muchas personas de áreas rurales o de bajos recursos reciban tratamiento.
Una presencia más constante del terapeuta puede generar una diferencia significativa en algunas problemáticas específicas. Por ejemplo, permite al terapeuta acompañar a la distancia a un paciente con ansiedad social que tiene que ir a una fiesta.
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